Lecciones de vida
No hemos nacido para estar solos, pero tampoco podemos estar con cualquiera. La vida no consiste en dejar pasar los meses o los aƱos, la vida estĆ” hecha para vivir aquello que hace vibrar nuestra alma y latir nuestro corazĆ³n, haciĆ©ndonos saborear intensamente esos instantes en los que podemos afirmar que estamos en sintonĆa con nosotros mismos.
Este secreto que esconde la felicidad no es respetado por todo el mundo, es mĆ”s, yo dirĆa que son pocos los afortunados que siguen esta regla.
Entrar y salir de una relaciĆ³n despuĆ©s de otra, como una llave entra y sale de una cerradura, sin preguntarse nunca lo que buscamos o lo que nos harĆa felices, nos llevarĆ” con el tiempo a estar insatisfechos con lo que vivimos.
Pero lo peor, es no ser sincero consigo mismo y no haber resuelto los problemas en nuestro interior, intentando resolverlos y superarlos con la presencia de otra persona. Este error nos alejarĆ” de la realidad de lo que somos y de lo que necesitamos para sentir.
Pocas personas son aquello que estaban destinadas a ser, la mayor parte viven la vida como una obra de teatro donde recitan como actores principiantes. En ese teatro no hay necesidad de pensar, de enfrentarse, de preguntarse o de decir la verdad, lo importante es recitar bien la parte asignada para ser aceptados por los demĆ”s como nos gustarĆa. Para poder luego reconocernos en la opiniĆ³n que los demĆ”s se han hecho sobre nosotros. No solo nuestra forma de vivir se vuelve falsa, sino tambiĆ©n nuestra forma de sentir placer. Todo se vuelve falso y la mentira se transformarĆ” en el nuestro Ćŗnico escudo de protecciĆ³n.
Pero gustar a los demĆ”s no significa gustarse a sĆ mismo, del mismo modo que aparentar no significa ser, del mismo modo que tener no significa existir. No sabemos lo que hay detrĆ”s de esa realidad que nos construimos y, sin darnos cuenta, sentamos las bases de nuestra infelicidad, permaneciendo, para nosotros mismos, como autĆ©nticos desconocidos.
Buscamos el amor, buscamos la felicidad, buscamos dar un valor a nuestra vida, pero con nuestra actitud obtenemos totalmente lo contrario. Para estar en paz con nuestra conciencia culpamos a los demĆ”s de nuestros males y nos escondemos detrĆ”s de excusas y justificaciones que, al final, servirĆ”n solo para hacer que crezca la insatisfacciĆ³n que tenemos hacĆa nosotros mismos.
Si queremos obtener algo de grande en la vida, tenemos que estar dispuestos a afrontar los problemas y las dificultades, el dolor y la soledad, que harƔn de nosotros una persona mƔs grande, mƔs intensa, mƔs profunda.
Para amar hay que tener los requisitos que el amor requiere, la verdad, la lealtad, la honestidad, el coraje. Pero para ser amados hay que tener una profundidad de espĆritu que haga entender a la otra persona que vale la pena arriesgar con nosotros para vivir algo bonito y verdadero. Porque nosotros sabremos estar a la altura de nuestras decisiones, porque nosotros viviremos segĆŗn nuestras decisiones y no aplastados por nuestras necesidades, porque nosotros seremos coherentes con lo que decimos y pensamos.
Un hombre o una mujer no son aquello que son capaz de transmitir con sus presencia, que puede incluso esconderse tras una actitud falsa, sino que son el resultado de sus decisiones, de su modo de ser y de comportarse, de cĆ³mo enfrentan las responsabilidades y corrigen los propios errores, en definitiva, son el resultado de las propias acciones.
Hay individuos que viven los hechos que les suceden de una forma superficial y efĆmera, como si nada tuviera realmente importancia para ellos. Y mienten, y traicionan, para seguir hacia adelante, porque no conocen otra forma de vivir. Son esos pequeƱos parĆ”sitos que intentan coger siempre lo mejor de todos, y saltan como monos de una rama a otra sin darle valor a nada. Pero no saben lo que se pierden viviendo asĆ, y cuĆ”nto daƱo se hacen a sĆ mismos con ese tipo de comportamiento, que los llevarĆ” a no poder superar sus limitaciones.
Siempre he pensado, y sigo pensĆ”ndolo, que en la vida no se puede tenerlo todo, y no se puede tampoco hacerlo todo, del mismo modo que no se puede estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo. En la vida se tiene que elegir, y la fuerza de una persona reside en el poder de esa elecciĆ³n, ya sea correcta o incorrecta. Se basa en la capacidad de ejercitar el propio libre albedrĆo, que es la expresiĆ³n de la libertad individual. Significa cerrar algunas puertas para abrir otras. Se trata de decir que no a algunas personas para dar prioridad a quien nos importa. Se basa en el respeto que empleamos al defender las decisiones que hemos tomado, sin escondernos detrĆ”s de mezquinas excusas. Y donde no hay elecciĆ³n no hay nada, porque no existe el hombre, no existe el individuo. Existe solo la necesidad de la oportunidad, la debilidad, que une a los dĆ©biles. Existe el egoĆsmo de coger esa pequeƱa ventaja momentĆ”nea para darse placer a sĆ mismo, que en la vida no es nada y que nos llevarĆ”, con el tiempo, a no reconocernos.
En el amor, elegir a alguien quiere decir descubrir una vida diferente de la que hemos conocido hasta ese momento, e invitar a ese alguien a descubrir la nuestra.
Posicionarse de su parte para poder construir una barrera invisible que proteja lo que viviremos junto a esa persona. No se nos estĆ” permitido traicionar, ni con la palabra, ni con el pensamiento, porque con una acciĆ³n de ese tipo nos traicionarĆamos a nosotros mismos.
El amor, sin esa uniĆ³n secreta, sin ese pacto del alma, sin ese respeto, sin esa complicidad, sin esa fuerza de voluntad que debemos emplear para defender y proteger lo que hemos elegido, incluso el amor mĆ”s fantĆ”stico, mĆ”s sublime, mĆ”s intenso y pasional, con el tiempo se quiebra, se destruye, desaparece, porque no hemos sido capaces de construir nada, y no hemos sido capaces de sentar las bases importantes donde los grandes valores de la vida germinan.
Y el alma pregunta.
Este secreto que esconde la felicidad no es respetado por todo el mundo, es mĆ”s, yo dirĆa que son pocos los afortunados que siguen esta regla.
Entrar y salir de una relaciĆ³n despuĆ©s de otra, como una llave entra y sale de una cerradura, sin preguntarse nunca lo que buscamos o lo que nos harĆa felices, nos llevarĆ” con el tiempo a estar insatisfechos con lo que vivimos.
Pero lo peor, es no ser sincero consigo mismo y no haber resuelto los problemas en nuestro interior, intentando resolverlos y superarlos con la presencia de otra persona. Este error nos alejarĆ” de la realidad de lo que somos y de lo que necesitamos para sentir.
Pocas personas son aquello que estaban destinadas a ser, la mayor parte viven la vida como una obra de teatro donde recitan como actores principiantes. En ese teatro no hay necesidad de pensar, de enfrentarse, de preguntarse o de decir la verdad, lo importante es recitar bien la parte asignada para ser aceptados por los demĆ”s como nos gustarĆa. Para poder luego reconocernos en la opiniĆ³n que los demĆ”s se han hecho sobre nosotros. No solo nuestra forma de vivir se vuelve falsa, sino tambiĆ©n nuestra forma de sentir placer. Todo se vuelve falso y la mentira se transformarĆ” en el nuestro Ćŗnico escudo de protecciĆ³n.
Pero gustar a los demĆ”s no significa gustarse a sĆ mismo, del mismo modo que aparentar no significa ser, del mismo modo que tener no significa existir. No sabemos lo que hay detrĆ”s de esa realidad que nos construimos y, sin darnos cuenta, sentamos las bases de nuestra infelicidad, permaneciendo, para nosotros mismos, como autĆ©nticos desconocidos.
Buscamos el amor, buscamos la felicidad, buscamos dar un valor a nuestra vida, pero con nuestra actitud obtenemos totalmente lo contrario. Para estar en paz con nuestra conciencia culpamos a los demĆ”s de nuestros males y nos escondemos detrĆ”s de excusas y justificaciones que, al final, servirĆ”n solo para hacer que crezca la insatisfacciĆ³n que tenemos hacĆa nosotros mismos.
Si queremos obtener algo de grande en la vida, tenemos que estar dispuestos a afrontar los problemas y las dificultades, el dolor y la soledad, que harƔn de nosotros una persona mƔs grande, mƔs intensa, mƔs profunda.
Para amar hay que tener los requisitos que el amor requiere, la verdad, la lealtad, la honestidad, el coraje. Pero para ser amados hay que tener una profundidad de espĆritu que haga entender a la otra persona que vale la pena arriesgar con nosotros para vivir algo bonito y verdadero. Porque nosotros sabremos estar a la altura de nuestras decisiones, porque nosotros viviremos segĆŗn nuestras decisiones y no aplastados por nuestras necesidades, porque nosotros seremos coherentes con lo que decimos y pensamos.
Un hombre o una mujer no son aquello que son capaz de transmitir con sus presencia, que puede incluso esconderse tras una actitud falsa, sino que son el resultado de sus decisiones, de su modo de ser y de comportarse, de cĆ³mo enfrentan las responsabilidades y corrigen los propios errores, en definitiva, son el resultado de las propias acciones.
Hay individuos que viven los hechos que les suceden de una forma superficial y efĆmera, como si nada tuviera realmente importancia para ellos. Y mienten, y traicionan, para seguir hacia adelante, porque no conocen otra forma de vivir. Son esos pequeƱos parĆ”sitos que intentan coger siempre lo mejor de todos, y saltan como monos de una rama a otra sin darle valor a nada. Pero no saben lo que se pierden viviendo asĆ, y cuĆ”nto daƱo se hacen a sĆ mismos con ese tipo de comportamiento, que los llevarĆ” a no poder superar sus limitaciones.
Siempre he pensado, y sigo pensĆ”ndolo, que en la vida no se puede tenerlo todo, y no se puede tampoco hacerlo todo, del mismo modo que no se puede estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo. En la vida se tiene que elegir, y la fuerza de una persona reside en el poder de esa elecciĆ³n, ya sea correcta o incorrecta. Se basa en la capacidad de ejercitar el propio libre albedrĆo, que es la expresiĆ³n de la libertad individual. Significa cerrar algunas puertas para abrir otras. Se trata de decir que no a algunas personas para dar prioridad a quien nos importa. Se basa en el respeto que empleamos al defender las decisiones que hemos tomado, sin escondernos detrĆ”s de mezquinas excusas. Y donde no hay elecciĆ³n no hay nada, porque no existe el hombre, no existe el individuo. Existe solo la necesidad de la oportunidad, la debilidad, que une a los dĆ©biles. Existe el egoĆsmo de coger esa pequeƱa ventaja momentĆ”nea para darse placer a sĆ mismo, que en la vida no es nada y que nos llevarĆ”, con el tiempo, a no reconocernos.
En el amor, elegir a alguien quiere decir descubrir una vida diferente de la que hemos conocido hasta ese momento, e invitar a ese alguien a descubrir la nuestra.
Posicionarse de su parte para poder construir una barrera invisible que proteja lo que viviremos junto a esa persona. No se nos estĆ” permitido traicionar, ni con la palabra, ni con el pensamiento, porque con una acciĆ³n de ese tipo nos traicionarĆamos a nosotros mismos.
El amor, sin esa uniĆ³n secreta, sin ese pacto del alma, sin ese respeto, sin esa complicidad, sin esa fuerza de voluntad que debemos emplear para defender y proteger lo que hemos elegido, incluso el amor mĆ”s fantĆ”stico, mĆ”s sublime, mĆ”s intenso y pasional, con el tiempo se quiebra, se destruye, desaparece, porque no hemos sido capaces de construir nada, y no hemos sido capaces de sentar las bases importantes donde los grandes valores de la vida germinan.
Y el alma pregunta.